Las aguas termales tienen propiedades sanadoras y por eso son muy buscadas y famosas en el mundo, ya que son ideales para tratamientos de diferentes enfermedades, dolencias y sirven para embellecer al mismo tiempo el cuerpo.
En general, las aguas termales se utilizan en tratamientos terapéuticos, especialmente en forma de baños, pero también como inhalaciones, irrigaciones y calefacción.
Son aguas que provienen de las capas subterráneas de la tierra, con unos 5 grados más de temperatura que en la superficie, siendo ricas en varios componentes minerales. Suelen ubicarse, normalmente, en una falla terrestre subiendo en forma de vapor o de agua caliente.
Estas aguas pueden estar compuestas por diversos minerales, como cloro, azufre, hierro, magnesio, sodio, calcio o bicarbonato. Las mismas se pueden clasificar de acuerdo a sus temperaturas, ya que las frías son las menos de 20 grados, las hipotermales de 20 a 35 grados, las mesotermales de 35 a 45 grados, las hipertermales de 45 a 100 grados y las supertermales de 100 a 150 grados.
Las enfermedades de la piel pueden mejorar con el uso de las aguas termales, sobre todo por su alto contenido de azufre; especialmente los hongos, la dermatitis y la psoriasis.
Estas tienen diversos efectos sobre el organismo actuando de forma química, física y biológica, tras el aumento de la temperatura corporal, incrementa la presión hidrostática, elimina los virus o gérmenes, mejora la circulación sanguínea, la oxigenación, disuelve y elimina las toxinas, entre otros. Además, mejora la alimentación de los tejidos en general, estimula las secreciones del estómago y el hígado ayudando en los procesos metabólicos y en la digestión.
Si tomas baños termales de forma regular, estos te ayudan a normalizar las funciones endocrinas y el funcionamiento general del sistema nervioso. También mejora y estimula el sistema inmune, regulas las funciones glandulares, aumenta la producción de endorfinas y relaja la mente.
Esther R.